lunes, 18 de agosto de 2008

Atolondrada

6.52 de la mañana. Suena un mensaje en mi móvil. Gruño. ¿Quién cojones me manda un mensaje a estas horas? El mensaje dice: ha sido un verano raro, pero guay, me encantó haberte conocido, este es mi email..., quedaremos para tomar un cafe. Intuyo un hombre como destinatario. Me acurruco contra Gonzalo, entre la vida y el sueño, entre mis sentimientos y los ajenos, forjando una tórrida historia de amor de verano entre dos españoles estudiando en el extranjero e imagino mi ínfimo papel en esa historia, le contestaría a la chica diciéndole que se ha equivocado de número y animándola a enviárselo de nuevo a su destinatario. La certeza de que el despertador va a sonar en 7 minutos y los ronquidos ocasionales de Gon me van despertando... no aparece un número en la pantalla, sino un nombre, Helena, y caigo en la chica tímida y silenciosa con la que he compartido dos semanas de clase y varias conversaciones. Me río de mi imaginación desbocada y agradezco a Helena su pequeño gran detalle y a aquel vídeo viejo y destartalado en el que se habían borrado los símbolos, al que intente dominar durante más de media hora, y rendida acudí al chico del la oficina del language center, agobiada y avergonzada por mi torpeza con la dichosa máquina, y encantada al observar un hombre alto y delgado, que lucía unas deportidas ajadas, un pantalón demasiado ancho, una barba desaliñada y media melena. Percibí una sonrisa encantadora y supe inmediatamente que ese hombre iba a jugar un papel esencial en mi vida. No me equivoqué

2 comentarios:

Pin dijo...

pero que linda eres reina.

me gustan mucho tus posts.

besos vida.

Vir dijo...

Y a mí me gustas tú, y no dejar de besarte nunca,...